Conocimos a Keisdo Shimabukuro cuando hicimos una nota sobre cómo este artista coyoacanense integraba el tradicional arte japonés del Gyotaku, con la conservación de especies:

Rescate de especies y arte tradicional japonés, desde Coyoacán

Hace poco nos contactó Keisdo para invitarnos a ver la realización de un Gyotaku, como una muestra de agradecimiento y de apoyo a Don Antelmo, dueño de la Pescadería Tiburón, en el Mercado de Coyoacán.

Aquí la historia en palabras del mismo Keisdo:

Conocí a Antelmo un sábado que me andaba dando un rondín en en La Viga y me encontré un pez súper raro, que al parecer es un Conger. Como la colección nacional de pez estaba cerrada ese día, pues bueno, ya me traje el congrio, pero no tenía dónde guardarlo porque está enorme. No me acuerdo bien cuánto mide, como ciento sesenta centímetros aproximadamente. Y entonces ya que lo traía en el coche, no, pues, estaba pensando dónde meterlo, porque hasta el lunes podía meterlo en los congeladores de la colección.

Se me ocurrió pasar al mercado de Coyoacán, me fui directo ahí a la zona de pescados y mariscos, nada más son dos locales o tres, creo. Como tenía ahí a Don Antelmo, entonces fui directamente con él y le pregunté que si me podía guardar el pez. Me dijo que sí, le pregunté que cuánto le tenía que pagar, me dijo que nada, con una disposición impresionante, buenísima onda, y entre él y su nieta lo guardaron.

Esto pasó el fin de semana y el lunes por la mañana fui con él a recoger el Conger para llevármelo a la colección, le llevé algunas tazas, cosas por el estilo, platicamos un rato, ahí es cuando empecé a conocer más sobre su historia, nos hicimos amigos, y yo me quedé con la inquietud de hacer algo también como para retribuir el apoyo, la solidaridad.

Entonces, por eso armamos lo del pescado, lo del robalo ahí con él, por eso armamos lo del pescado, lo de robalo y después de que terminé el primer robalo que hice, o el segundo creo, lo enmarqué y se lo regalé.

Creo que se lo llevó a su casa o no sé si lo dejó ahí en el local, no he tenido tiempo de pasar, pero después me escribió su nieta que estaba muy conmovido. Me dijeron «es el mejor regalo que le pudiste haber dado a a mi abuelo». Entonces, al final, pues creo que estuvo muy chingón.