Gyotaku es una forma de arte tradicional japonesa que data de mediados del siglo XIX. La palabra se compone de “gyo”, que significa pez y “taku” que significa frotar, imprimir.

Este arte nació como un impulso de los pescadores nipones por registrar sus mejores capturas y evolucionó al grado de que emperadores del Japón comenzaron a comprar las mejores impresiones.

La tradición marca que el ejemplar a imprimir sea entintado con sepia, la tinta del calamar, y luego se plasme con mucho cuidado en un pliego de papel de arroz o un lienzo de tela, de tal forma que quede impreso todo, desde el tamaño de la captura, hasta la textura de la misma. Parece fácil, pero para una buena impresión influyen desde la cantidad de tinta que se vierte hasta la posición del pez y la composición que se elija.

Keisdo Shimabukuro, vecino de Coyoacán, es lo que se conoce como un “nissei”, un mestizo japonés. También es un excelente judoka —practicante de judo— y devoto del Bushido (el código de honor del guerrero japonés, en el que la disciplina y el honor son fundamentales). Aunque estudió mercadotecnia, nunca ejerció esa profesión. Su pasión se dividió entre su trabajo en instituciones que protegen los derechos humanos y su interés por los peces.

Su profundo compromiso con su actividad profesional, en un entorno marcado por la tragedia y crisis humanitaria, le generó la necesidad de encontrar una actividad que le brindara una forma de expresar y procesar el estrés laboral asociado a su trabajo de campo; esto fue lo que encontró en este arte originario del Japón.

Así, en un proceso no exento de dudas, comenzó a separarse de los derechos humanos, como se entienden de manera institucional y a dar espacio a su segunda pasión, el gyotaku.

Pronto se dio cuenta de que su inclinación natural por la solidaridad y empatía hacia las comunidades con las que interactuaba, se manifestaba también en su nueva actividad: así unió el arte con la necesidad de conservación.

Tuvimos la oportunidad de conversar con este artista que no sólo rescata un arte tradicional japonés, también hace divulgación científica por este medio y crea conciencia sobre el grave problema que enfrenta la pesca artesanal en nuestro país, una situación que, nos explicó, requiere la participación de todos los sectores de la sociedad para proteger los ecosistemas, y a las especies, de su destrucción inminente.

En el arte de este coyoacanense, la perfección de la imagen también es el testimonio de la conservación de la riqueza de la ictiofauna nacional; es un trabajo que requiere gran sensibilidad pero también valentía, un trabajo al que no muchos se atreven, y sí, es otra buena noticia de Coyoacán para el mundo.

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