Pablo Federico es un fotógrafo coyoacanense con una sólida formación en teatro, es también una persona muy amable, generosa y elocuente. Tuvimos la fortuna de asistir a su clase maestra Ingredientes para la fotografía escénica, en el Centro Nacional de las Artes (CENART).

Cuando eran niños, la madre y el padre de Pablo eran vecinos en la calle General Anaya, cuando Coyoacán era una suerte de pueblo. Pablo nació y pasó ahí sus primeros años de vida.

Tras una breve estadía en Satélite, a los cinco años de edad, Pablo regresó a vivir a Coyoacán, donde cursó la primaría, parte de la secundaria y la prepa, momento en el cual decidió estudiar teatro, también en rl CUC (Centro Universitario Cultural, en Copilco).

Pablo nos contó que su tía y su mamá hicieron una compañia teatral cuando el tenía ocho años, se ubicaba en la calle de Presidente Carranza; ahí hizo teatro comunitario impulsado por su madre, Estrella Celeste.

Más tarde empezó a estudiar comunicación y aunque sigió haciendo teatro, oratoria y declamación se metió al CUC en el Grupo Doble Espacio, donde conoció a Javier Villegas, egresado de la ahora Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT); con él siguió profundizando su relación con el teatro.

Cuando Pablo tuvo acceso por primera vez a una cámara, a los 18 años, aprendió a revelar e imprimir y a los dos meses, se hizo de un cuarto oscuro; a los tres meses ya se había inscrito a la Escuela Activa de Fotografía, en la calle de Presidente Carranza (¿coincidencia?).

Casualmente, varias de las personas con las que hacía teatro en la preparatoria, también se metieron a la activa de fotografía.

Para pagar sus estudios de fotografía, Pablo trabajó haciendo diseño de iluminación para teatro y conciertos. Fue contratado en la Universidad Iberoamericana para hacer registro fotográfico de teatro interuniversitario. En ese momento, Javier Villegas lo invitó a iluminar una presentación y a partir de ese momento estuvo once años trabajando en iluminación, en la formación de talleres artísiticos, diseño en foro y clases de fotografía.

Su labor en iluminación y montaje en esa época lo llevó también a un circuito de teatro de la UNAM, donde conoció  más gente de la ENAT, como el secretario académico Fernando Payán, quien lo invitó a dar clase de fotografía en la ENAT, en la carrera de escenografía; a los veintisiete años de edad y apenas a seis meses de haber entrado a la Escuela Nacional de Arte Teatral, dio un curso de fotografía para maestros.

En su momento, Pablo dio clases en la Universidad Anahuac del sur, en la Ibero y en la UNAM. También dio clases en el Museo de Culturas Populares, entre otras instituciones.

En la ENAT conoció a Félida Medina escenógrafa, quien se inició en el teatro en durante la época en la que Antonio López Mancera† era encargado de las escenografías de la Ópera de Bellas Artes.

A en la ENAT también conoce a Gabriel Fragoso, coincide también con Arturo Nava† y Evelia Beristain†, con quienes nutre su relación con la escuela, una relación que ya tiene veintidós años.

Hoy Pablo es Coordinador de la Academia de Escenografía, una labor que se beneficia de su larga relación con el teatro (que inició en su infancia) y de su apasionada y también larga trayectoria con la fotografía.

Cuando yo empecé a hacer fotografía, al primer lugar al que fui a tomar fotografías fue a Coyoacán.

Yo había renegado de Coyoacán de muchas formas y me pasó lo del hijo pródigo. Por ahí de los diecisiete años dejé de ver a mis parientes. Pensé que no quería regresar.

Entrar al CENART fue un accidente, pero cuando cumplí veinticinco años me encontré con Julieta Rivas y le pregunté si había espacio para ser fotógrafo para el CITRU, (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli).


Yo no sabía que el CENART estaba en Coyoacán.

Aunque Pablo se alejó de Coyoacán durante años, ahora su labor y aportación como profesional tiene como escenario la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) y el CITRU.

Nuestra conversación con Pablo Federico, que inició justo antes de presenciar una puesta en escena que él fotografiaría, se extendió a la entrevista que tuvo la generosidad de concedernos y luego a su clase maestra, donde amable y generoso respondió a nuestras preguntas.

Personas como Pablo Federico siempre son una buena noticia, aunque hayan renegado de Coyoacán.

Qué bueno que el retorno de un fotógrafo a nuestro querido Coyoacán beneficie a tantos estudiantes y apasionados del teatro y de la fotografía.

Conoce más del trabajo de Pablo Federico en su sitio y redes:

http://www.pablofederico.art

https://youtube.com/@PabloFedericoFotografo

https://instagram.com/pablofederico_fotografo

 

Aquí puedes ver unos fragmentos de la clase a la que asistimos:

Fotos y video por el equipo de Te Quiero Coyoacán.